sábado, 20 de septiembre de 2014

Secreto milenario

Promediando el decenio de 1980, China Zorrilla grabó unos curiosos spots publicitarios televisivos, que la exhibían utilizando soda Ivess para preparar un té muy elogiado por sus amigas, quienes intentaban infructuosamente averiguar a qué se debía la exquisitez del té servido por China, quien atribuía enigmáticamente las delicias de su infusión a un "secreto milenario".
La expresión tomárselo con soda significa, en el argot rioplatense, tomarse las cosas con calma. El principal atractivo de China Zorrilla era, precisamente, su saludable costumbre uruguaya de tomarse las cosas con calma.
Seguramente no se utilizaba soda para preparar el té ofrecido (a una Eva Perón caracterizada por Luisina Brando) por una China Zorrilla caracterizada como su admirada Victoria Ocampo en la pieza teatral Eva y Victoria, referente a un encuentro ficticio entre Eva Perón y Victoria Ocampo y disfrutada por quien suscribe en un teatro geselino en febrero de 1995, poco antes de mi vigésimoquinto cumpleaños. No: seguramente no se utilizaba soda para preparar el té de Eva y Victoria, aunque lo ofreciera una China Zorrilla con avisos publicitarios de soda Ivess en su frondoso historial artístico.
China Zorrilla vivió 92 años, tres más que su admirada Victoria Ocampo. Y los vivió bien. China no tomaría té preparado con soda, ni se lo ofrecería a Luisina Brando en Eva y Victoria. Pero, como buena uruguaya, sabía tomarse las cosas con soda. No tendría un secreto milenario para preparar un buen té. Pero tenía, evidentemente, una fórmula para una vida larga y feliz: tomarse las cosas con soda. Que China Zorrilla pueda disfrutar de un buen té compartido en el Cielo con Eva Perón y Victoria Ocampo, encarnaciones de cosmovisiones presumiblemente antagónicas y reconciliables por el misterioso poder reconciliador de la Muerte.

    China Zorrilla y Luisina Brando en Eva y Victoria (c.1995)

viernes, 12 de septiembre de 2014

Diego no es Gardel

"Diego es Gardel", sentenció, en alusión a Maradona, un bancario veinteañero encuestado por un matutino porteño con motivo del debut del plantel futbolístico argentino en el Mundial de Fútbol disputado en 1994 en los Estados Unidos, donde un célebre doping positivo de Maradona eliminaría ignominiosamente al seleccionado dirigido por Alfio Basile. Maradona estaría ausente del fútbol durante los quince meses de suspensión impuestos por la FIFA al futbolista. En esos meses no tuvo oportunidad de jugar fútbol, pero sí de actuar en el cine, cuando el cineasta argentino Rodolfo Pagliere lo convocó para su película El día que Maradona conoció a Gardel, referente a un encuentro imaginario entre Gardel y Maradona.
En 2006 Maradona volvió a inspirar una película argentina, cuando el cineasta argentino Carlos Sorín dedicó su hermosa película El camino de San Diego a narrar la historia de Ignacio Titi Benítez, joven misionero de modesta condición, hachero y artesano en madera y ferviente admirador de Maradona. En 2004, Titi se conmueve al saber que su ídolo ha sido precipitadamente hospitalizado en la capital argentina, a raíz de una severa descompensación cardíaca. Titi ha tallado las facciones de Maradona sobre el tronco de un pequeño árbol y, alentado por el vaticinio de una vecina astróloga, decide viajar a la Reina del Plata para conocer personalmente a su ídolo y obsequiarle la talla, pese a las protestas de la mujer de Titi, quien arguye la precaria situación material de su grupo familiar, que incluye dos hijas bautizadas con los nombres de las hijas del matrimonio Maradona-Villafañe y un hijo bautizado en honor del ídolo de su padre. Titi y su talla emprenden el largo viaje a dedo a la urbe porteña. Al llegar a Zárate, Titi se anoticia del traslado de Maradona a un barrio privado del conurbano bonaerense, donde el ídolo de Titi aguarda el momento de viajar a Cuba a proseguir su tratamiento. Titi llega al barrio privado con Maradona a punto de partir hacia el aeropuerto internacional de Ezeiza. Titi se ve obligado a dejar su talla en manos de un vigilador del barrio privado, quien alboroza a Titi que Maradona recibió el regalo del joven misionero.
En 2008 Maradona inspiró un documental del genial cineasta serbio Emir Kusturica, responsable de Tiempo de gitanos o Underground. Días atrás, cerca de la patria de Kusturica, Maradona, haciendo caso omiso de su cincuentena y abuelidad, protagonizó, en una discoteca croata, una escena digna de un film de Kusturica, al prorrumpir en alusiones peyorativas a la genitalidad de la madre del Kun Agüero, ex yerno de Maradona y padre del nieto del ex campeón mundial.
Decididamente, Diego no es Gardel. Gardel supo granjearse la admiración y aprecio de muchos hasta su trágico deceso y sigue granjeándoselo a casi ocho decenios de su fallecimiento. De Diego no puede decirse lo mismo. Poco ha hecho de notable en su vida y mucho ha hecho de innoble. Por algo ya no despierta el fanatismo que alguna vez despertó.


domingo, 7 de septiembre de 2014

El décimotercer trabajo de Hércules

Ayer se cumplían 84 años del inicio de la era golpista en la Argentina, marcado con el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen. Era extendida durante más de medio siglo y responsable de perjuicios a su patria agravados por el neoliberalismo procesista, posteriormente reeditado por las administraciones menemistas y delarruista. Ayer tendría que haber revisto La República perdida en mi casa. La indomable yancofilia cinematográfica de mis amigos me sentenció a la última obra maestra de la filmografía estadounidense, versión libre del mito griego de Hércules. Me refiero a la película estadounidense Hércules, dirigida por Brett Ratner. Decidí hacerme más llevadero el indoblegable imperialismo cinematográfico de mis amigos, que, de haber vivido en la India gandhiana, se hubiesen negado probablemente a avalar las incineraciones de tejidos ingleses preconizadas por el Mahatma. Munido de referencias escritas sobre Hércules, me calcé mis anteojos 3-D y me dispuse a disfrutar, en la medida de mis posibilidades reales, del film de Ratner, ambientado en la Grecia del siglo IV a.C., convulsionada por la puja hegemónica entre las poleis helénicas, posteriormente dirimida a favor de la Macedonia de Alejandro Magno. 
En su película, Ratner imagina que el perverso monarca tracio Cotis I, coronado tras asesinar a su predecesor Hebrizelmis, ambiciona el imperio finalmente construido por Alejandro. Con dicho propósito, Cotis I intenta cooptar a un Hércules afamado por los doce célebres trabajos encomendados a Hércules por el monarca micénico Euristeo. Hércules coopera con Cotis I hasta descubrir la perfidia del codicioso monarca tracio, declarándole, en consecuencia, una guerra sin cuartel coronada con el décimotercer trabajo de Hércules, consistente en la muerte de Cotis I a manos de Hércules, presunto hijo bastardo de Zeus. (Cotis I parece, en realidad, haber sido asesinado por los hijos de un hombre agraviado por el codicioso monarca tracio, en el año 358 a.C., elegido por Ratner para ambientar su film).
La Argentina vivió su era golpista de 1930 y 1983 y sus eras neoliberales de 1976-1983 y 1989-2001. Durante esos años, la situación del argentino promedio no difirió mucho de las situaciones afrontadas por un Hércules subyugado por Euristeo y Cotis I. El golpismo argentino entronizó sin fortuna a un Cotis I encarnado en un Leopoldo Fortunato Galtieri tan empecinado en obligar a conscriptos indefensos a afrontar al león británico en Malvinas como Euristeo en obligar a Hércules a afrontar al león de Nemea y Cotis I en obligar a Hércules a ayudarlo a construir un imperio tan injustificable como el microimperio anglomalvinense y presuntamente erigible, según Ratner, con el concurso de torpes soldados tracios comandados por un Hércules cubierto con la piel del león de Nemea. Golpismo y neoliberalismo obligaron al argentino promedio a desarrollar antídotos contra venenos tan poderosos como la ponzoña destilada por la hidra que Euristeo obligó a Hércules a eliminar en Lerna y utilizada por Hércules, según Ratner, para envenenar dardos disparados por Hércules contra los enemigos de Cotis I. Golpismo y neoliberalismo impusieron al argentino promedio, mediante la represión política y recesivas políticas socioeconómicas, la versión argentina del jabalí antropófago impuesto a Hércules por Euristeo en Erimanto. Golpismo y neoliberalismo obligaron al argentino promedio a limpiar los establos de la Exposición Rural, versión argentina de los establos de Augías limpiados por Hércules por orden de Euristeo y desmesuradamente emporcados por los toros pertenecientes a oligarcas argentinos golpistas y neoliberales tan insaciables como los toros salvajes cretenses impuestos a Hércules por Euristeo. Oligarcas argentinos propensos a obligar a sus mucamas en negro a limpiar inodoros emporcados por sus oligárquicas heces, tan venenosas como los excrementos de los pájaros carnívoros impuestos a Hércules por Euristeo en Estinfalo. Golpismo y neoliberalismo impusieron al argentino promedio los caballos policiales impiadosamente lanzados contra los manifestantes obreros y estudiantiles del Cordobazo y definibles como una versión argentina de las yeguas antropófagas de Diomedes, domesticadas por Hércules por designio de Euristeo. Golpismo y neoliberalismo impusieron al argentino promedio unos perros policiales definibles como una versión argentina del Cancerbero impuesto a Hércules por Euristeo en las puertas de ese inframundo griego conocido como Hades e impuesto al argentino promedio por unos golpistas y neoliberales finalmente aplastados por un hastiado argentino promedio con una versión argentina del decimotercer trabajo atribuido por Ratner a Hércules. Decimotercer trabajo consistente en el lanzamiento de la colosal estatua arrojada por Hércules sobre Cotis I en la escena final del film de Ratner. Estatua dedicada a la mujer de Zeus, esa diosa Hera encolerizada ante la infidelidad cometida por su augusto consorte al elegir a una concubina como madre de Hércules.


      
Dwayne Johnson en Hércules
Referencias:
http://es.wikipedia.org/wiki/Heracles#Los_doce_trabajos; http://es.wikipedia.org/wiki/Cotis_I Cotis 

viernes, 5 de septiembre de 2014

La vida del arriero

En muchos casos, la muerte se circunscribe al plano físico. La tragedia de Gustavo Cerati fue la tragedia de los seres humanos destinados a morir tanto física como espiritualmente, con el agravante de que la muerte espiritual puede adelantarse mucho a la muerte física y, en el caso de Cerati, se adelantó mucho a la edad lógica para cualquier defunción.
Cuatro años de coma ininterrumpido precedieron la muerte física de Cerati. Sólo la muerte física podía terminar con su cuadro comatoso, asesino inmisericorde de la espiritualidad de Cerati.
"La muerte que es de todos/Arreó con el riojano", escribió Jorge Luis Borges en su poema sobre el asesinato de Facundo Quiroga.  La muerte es algo que debemos aprender a aceptar y procesar como adultos. En algún momento el arriero de la muerte arrearía con Gustavo Cerati. Ayer fue ese momento. Como decían Osvaldo Rocha y Carlos Montbrun Ocampo en su clásica cueca chileno-cuyana Las dos puntas"Vida triste/Vida alegre/Es la vida del arriero/Penitas en el camino/Y risa al final del sendero". En casos como el de Cerati, la muerte tiene un rescatable componente liberador para el difunto y sus deudos. Risa y dicha pueden ser sinónimos. Tras cuatro años de penoso camino hacia la muerte liberadora, Cerati encontró la dicha de la liberación al final del tortuoso sendero vital de la Humanidad.


Gustavo Cerati actuando en River en 2007

lunes, 1 de septiembre de 2014

Cada día te perdono mejor

Carlos Gardel no llegó a presenciar el estallido de la Segunda Guerra Mundial, cuyo 75º aniversario se conmemora en el día de la fecha. Murió cuatro años antes, al estrellarse un avión abordado por Gardel en la ciudad colombiana de Medellín y similar a los aviones militares alemanes impiadosamente lanzados contra la indefensa Polonia de 1939. Murió cuatro años antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, promovido por un Adolf Hitler magistralmente parodiado, en la película El gran dictador, por un Charles Chaplin amistosamente tratado por Gardel en sus giras artísticas europeas. 
Gardel no llegó a presenciar el estallido de la Segunda Guerra Mundial y, al estallar la primera, empezaba a hacerse un nombre como cantante profesional en la Argentina, muy lejos de los campos de batalla europeos. Gardel nunca pareció tener mucho aprecio por las acciones militares. Al estallar la Primera Guerra Mundial, Gardel aún era ciudadano francés y podría haber sido arrestado en el París de posguerra, frecuente destino artístico del Zorzal, por no haber prestado servicios militares obligatorios por ley en Francia, ni antes de la Gran Guerra ni durante el sangriento conflicto mundial estallado en 1914. Tampoco había prestado los servicios militares obligatorios por ley, desde 1901, en la Argentina, patria adoptiva del Mudo. En 1923 Gardel quería adoptar la ciudadanía argentina. ¿Cómo lograrlo sin una constancia formal de excepción a los servicios militares franceses y argentinos? Conozco dos explicaciones al respecto. 
Una de ellas asegura que el Morocho del Abasto se vio favorecido por la intercesión de Marcelo Torcuato de Alvear, quien parece haber admirado grandemente al Mudo y que, al naturalizarse Gardel, ocupaba constitucionalmente la primera magistratura argentina, tras las intachables elecciones presidenciales argentinas de 1922. Según esa explicación, el gesto de Alvear habría sido objetado por su ministro de Guerra, coronel Agustín P.Justo, cuya puntillosidad respecto de las leyes militares no le impediría, nueve años después, instalarse en el Sillón de Rivadavia sin observar las leyes electorales con similar puntillosidad. Justo habría señalado a Alvear la imposibilidad de naturalizar a Gardel sin una constancia formal de excepción al servicio militar obligatorio argentino, que, según Justo, no se podía inventar. Fraguar un prontuario militar de Gardel sonaba ofensivo para un Justo posteriormente impuesto en elecciones presidenciales fraguadas y aparentemente incapaz de percibir que la invaluable voz del Zorzal servía infinitamente mejor a la patria adoptiva de Gardel que un rifle empuñado por el MudoAlvear habría vencido la reticencia de Justo arguyendo que un prontuario militar no se podía inventar, pero sí perder. Alvear habría indicado a Justo que dijera que se había extraviado el prontuario militar argentino de Gardel y que emitiera un segundo prontuario militar argentino del Mudo, con una constancia formal de excepción al servicio militar obligatorio argentino.
Otra explicación, más conocida, asegura que el Zorzal había conseguido que dos personas testificaran que Gardel había nacido en 1887 en Tacuarembó, ciudad perteneciente a un Uruguay sin servicio militar obligatorio, y no en la ciudad francesa de Toulouse en 1890, que era donde y cuando había nacido, en rigor de verdad, el Morocho del Abasto. Se ve que algún funcionario mordió el anzuelo y expidió una carta de ciudadanía uruguaya en beneficio de Gardel, quien, oficialmente registrado como compatriota de su partenaire José Razzano, logró sortear las horcas caudinas castrenses franco-argentinas y obtener su ansiada ciudadanía argentina.
En 1932, Gardel estrenaba el tango Silencio, con letra de Alfredo Le Pera y Horacio Petorossi y música de Gardel y Petorossi.  Gardel había concebido Silencio al contemplar la tumba de cinco hermanos franceses caídos en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Gardel no había querido combatir en la Gran Guerra ni ser un conscripto francés o argentino. Había sido baleado por un niño bien argentino a principios de su carrera artística. Silencio es un emocionante alegato musical antibélico. Curiosamente, fue firmado por el mismo Gardel que, en 1930, había comparado, en su tango Viva la Patria, el infame derrocamiento del presidente constitucional Hipólito Yrigoyen (predecesor, sucesor y correligionario de Alvear) con la mucho más justificable Revolución de Mayo. El nacimiento del golpismo argentino parecía ser, según Gardel, tan rescatable como el nacimiento de la patria argentina, habitualmente ubicado en el 25 de mayo de 1810. A Gardel parece haberle parecido más lícito empuñar armas para derrocar gobiernos legítimos que empuñarlas en el frente bélico u obligar a ciertos ciudadanos a empuñarlas durante una conscripción felizmente abolida en la Argentina a fines del siglo mortuorio del Zorzal.  
Pero existen factores atenuantes a favor de Gardel. Políticamente hablando, el argentino del periodo golpista de 1930-1976 no pensaba como el argentino posterior a la restauración democrática definitiva de 1983, convencido del carácter desaconsejable del golpismo por los graves perjuicios ocasionados al país por la dictadura procesista. Gardel no había sido ciudadano argentino hasta 1923 y no era político, sino cantante. No tenía por qué ser una lumbrera en materia política. Muchos políticos profesionales no lo son y, así y todo, tienen votantes.
Descansá en paz, Carlitos. Moriste en 1935, cuando muchos argentinos parecían pensar que a su país no le hacían mal el golpismo y el fraude electoral. Moriste mucho antes de las eras neoliberales argentinas de 1976-1983 y 1989-2001, cuando muchos argentinos parecían pensar que a su país no le hacía mal el neoliberalismo. Descansá en paz, Carlitos. Errar es humano y las circunstancias históricas y sus protagonistas no siempre revisten las mismas características.
Descansá en paz, Carlitos. Nací 35 años después de tu trágico deceso y tengo la misma edad que tenías al morir en Medellín, pero aún hoy me conmueve tu voz, que me basta y sobra para perdonarte tus errores y pecados.
Descansá en paz, Carlitos. Cada día te perdono mejor.




Carlos Gardel con Charles Chaplin (c.1931)

   

domingo, 31 de agosto de 2014

El camino de Santiago


Afiche de la película estadounidense Volver al futuro II, con una frase pronunciada por Christopher Lloyd en el film de Robert Zemeckis: “¿Caminos? ¡Donde vamos no necesitamos caminos!”
En Volver al futuro II, el adolescente Marty McFly II y su novia Jennifer Parker procuran proseguir su idilio en el Hill Valley de 1985, tras la imprevista visita de Marty II al Hill Valley de 1955, efectuada a bordo del lujoso automóvil De Lorean convertido en máquina del tiempo por el excéntrico científico Emmett Doc Brown, interpretado por Christopher Lloyd y vecino de un Marty II encarnado por un Michael J.Fox dirigido por Robert Zemeckis en la trilogía de Volver al futuro. El loable propósito de Jennifer  y Marty II se ve frustrado por la brusca aparición del De Lorean, piloteado por un Doc proveniente de un viaje temporal. Extrañamente ataviado, Doc desciende precipitadamente de su máquina del tiempo y emplaza a Jennifer  y Marty II a abordar el De Lorean con destino al Hill Valley de 2015, donde el adolescente Marty McFly III, futuro hijo de Jennifer  y Marty II, sufre el implacable hostigamiento lanzado por los Tannen contra los McFly desde el último cuarto del siglo XIX, cuando un Tannen asesinó a Marty McFly I, tataratío de Marty McFly II [1]. Marty II procura contener al exaltado Doc, señalándole la inconveniencia de recorrer los transitados caminos del Hill Valley de 1985 con el De Lorean lanzado a las 88,88 millas horarias [2] requeridas para iniciar un viaje temporal a bordo de la máquina de Doc. Doc replica que no se necesitan caminos en el Hill Valley de 2015, donde la presencia de vehículos voladores ha emplazado a Doc a dotar a su invención de la capacidad de volar. El De Lorean se eleva sobre el Hill Valley de 1985 y se dirige al Hill Valley de 2015, donde Marty II es confundido con su tímido hijo por un joven miembro de la familia Tannen, quien, secundado por sus crueles camaradas, persigue a Marty II a bordo de sus patinetas voladoras. Montado sobre una patineta voladora sin flotadores, Marty II cae al lago de Hill Valley, felizmente equipado con una campera parlante con autosecado.
Volver al futuro II desembarcó en las salas cinematográficas argentinas en torno a la Navidad de un 1989 tan accidentado, para la Argentina, como los viajes temporales efectuados por Fox en la trilogía de Zemeckis. Mientras Fox caía al lago de Hill Valley, el motonauta argentino Daniel Scioli sufría una amputación de mano, probablemente  ignorante de su futura obligación de reemplazar la motonáutica por la política y las divertidas ceremonias motonáuticas de premiación por las aburridas ceremonias de juramentación de cargos oficiales, como esa gobernación bonaerense juramentada por Scioli en 2007 y 2011.
En 1995, un Fox dirigido por Rob Reiner rodaba, acosado por un Parkinson presenil,  la película Mi querido presidente, en la que Fox encarnaba al asesor de un presidente estadounidense interpretado por Michael Douglas y con su futuro político comprometido por su vida sentimental. Ese mismo año, el millonario argentino Mauricio Macri asumía la presidencia del Club Atlético Boca Juniors, seguramente ignorante de sus futuras asunciones como diputado nacional y jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En 2014, un Fox quincuagenario lucha contra su Parkinson precoz y, reinstalado en las pantallas televisivas, brega por mantenerse tan a flote como Marty McFly II en el lago de Hill Valley. Por estos días, Macri y Scioli, precandidatos presidenciales de sus respectivos partidos políticos, coincidían en un acto público y conversaban sobre esas cuestiones camineras infructuosamente abordadas por Marty McFly II ante Doc. Scioli se ufanaba de los logros camineros del gobierno bonaerense encabezado por el ex motonauta, que habrían dotado a los bonaerenses de 4000 nuevos kilómetros de ruta, logro máximo comparado con las modestas ciclovías porteñas promovidas por la administración macrista y transitadas por patinetas similares a la patineta no voladora montada por Fox en la primera entrega de la trilogía de Zemeckis. Macri no parece haber atinado a responder a Scioli con un parafraseo de las palabras de Doc, destinado a hacer notar a Scioli que, en 2014, la Ciudad de Buenos Aires necesita tan pocas rutas como el Hill Valley de 2015. En algo se equivocaba Doc: pocos meses antes de ingresar en el año 2015, el mundo aún necesita caminos. Como ese camino de Santiago recorrido por fieles católicos para llegar a la ciudad gallega de Santiago de Compostela y recorrido días atrás por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner en su visita oficial a una capital santiagueña tenida en mente por la mandataria como futura capital argentina.





Notas:

[1] Ordinales frecuentes en los EE.UU.y agregados por el autor por cuestiones de claridad. Zemeckis no los utiliza en la trilogía de Volver al futuro. (N.del a.)

[2] 142, 208 kilómetros por hora. (N.del a.)

domingo, 24 de agosto de 2014

Margarito

Durante mi reciente viaje al nordeste argentino y sudeste paraguayo, no me privé de degustar platos típicos. Volví a la Reina del Plata habiendo disfrutado del surubí, del pacú, del dorado, del chipá, del chipá guasú, de la empanada de charque, de la provoleta de leche de búfala, de la sopa paraguaya, del yogur de coco. Lamento no haber podido degustar la corvina de agua dulce promocionada en la localidad formoseña de Herradura. Pero me negué tajantemente a degustar la carne de yacaré, despreocupadamente comercializada en forma de escabeche, empanada o fritura, sobre todo en Formosa. Me privé de degustar la carne de yacaré sin privarme de reprochar vivamente a los formoseños su despreocupada promoción del consumo de carne de yacaré, aunque algún formoseño arguyese que era carne de yacaré de criadero y no de yacarés ultimados a escopetazos en su medio ambiente natural.
El destino del yacaré es tan respetable como el destino de cualquier otro ser vivo, humano o no. El destino de la vaca, cerdo, cordero, pollo, conejo, pato y ternera es alimentar seres humanos. El destino del yacaré no es alimentar seres humanos, ni ser exhibido en jardines zoológicos, sino permanecer de por vida en su medio ambiente natural. Siempre me asustaron los yacarés, cocodrilos, caimanes y otros bichos por el estilo. Pero me estremeció ver que los formoseños comían empanadas de yacaré como si fuesen esas empanadas de jamón y queso tan apetecidas por mi amigo Pablito. 
En el Parque Nacional Iguazú, los inofensivos ositos coatíes correteaban alegremente junto a los niños que visitaban las célebres cataratas argentino-brasileñas. Algunos de esos niños debían tener la misma edad que tenía yo al entretenerme con películas y discos de Margarito Tereré, aquel simpático yacaré ficticio que amenizase la infancia de argentinos como quien les habla, nacido en 1970. Ningún misionero me ofreció escabeche de coatí ni ninguna otra ridiculez por el estilo. Me conformé con un coatí tallado en madera por un artesano misionero apostado junto a mi hotel de Puerto Iguazú, que me lo vendió para mi sobrino de 33 meses.
Abstenerme de carne de yacaré en Formosa fue mi forma de homenajear a Margarito, cuya recordación permitiría entender que el yacaré no constituye un peligro para la Humanidad respetuosa del destino natural de los seres vivos. 


   
Jovita Díaz con Margarito Tereré en la película argentina Margarito aventurero (1978)